La Cúspide de la inteligencia y sus implicaciones educativas
El concepto de inteligencia fue una
innovación importante de la psicología del siglo XX, debido a los substanciales
aportes que ofreció para alcanzar una comprensión profunda de la condición
humana y del funcionamiento del cerebro, así como por las nuevas perspectivas
de acción que ofrece al campo de la formación en función del desarrollo
integral de las personas y de su bienestar.
Howard Gardner, junto a Thomas
Armstrong, Daniel Goleman y otros muchos autores critican la visión estrecha de
la inteligencia de quienes evalúan la mente de las personas con visión
unidimensional, asegurando que el coeficiente intelectual es un dato genético
que no puede ser modificado por la experiencia vital y que el destino de
nuestras vidas se halla en gran parte determinado por esta aptitud.
Las pruebas de inteligencia reflejan en
gran medida los conocimientos que un individuo puede obtener por vivir en un
ambiente social o educativo determinado y no valoran suficientemente la
capacidad que puede tener para asimilar información nueva o para resolver
problemas a los que no se había enfrentado en el pasado.
Como lo expresó el psicólogo Lev
Vygotsky "las pruebas de inteligencia no dan una indicación acerca de la
zona de desarrollo potencial o proximal de un individuo" Históricamente se
ha considerado que la inteligencia se limita a la capacidad general de
razonamiento lógico que todo individuo tiene en alguna medida.
Se ha medido la inteligencia con pruebas
escritas, denominadas pruebas de inteligencia, que la evalúan por métodos
verbales que dependen básicamente de una combinación de capacidades lógicas y
lingüísticas, olvidando otra serie de habilidades, destrezas y conductas que
son propias de sujetos inteligentes. Por otra parte, los resultados de diversas
investigaciones realizadas por neurocientíficos sugieren la existencia en el
cerebro humano de zonas que rigen, de forma aproximada, dominios diferentes de
cognición, desplegando un modo específico de procesar informaciones y
competencias. Cada zona se responsabiliza de un tipo de solución de problemas
específico o de una capacidad de crear productos valorados por el contexto cultural.
Es decir, cada zona del cerebro humano puede expresar una forma de
inteligencia.
Los defensores de esta teoría definen la
inteligencia como "la capacidad para resolver problemas o para elaborar
productos que son de gran valor para uno o varios contextos comunitarios o
culturales". Esta visión plural de la mente parte de la base de que las
personas disponemos de diferentes facultades y estilos cognitivos que son el
resultado de la interacción de los factores biológicos, las circunstancias en
las que vivimos y los recursos humanos y materiales de que disponemos.
Gardner argumenta que existe un amplio
abanico de no menos de siete variedades distintas de inteligencia y, después de
analizar indicios a partir de la investigación cerebral, del desarrollo humano,
de la evolución y comparando las diferentes culturas, intenta organizar la
información estableciendo en principio las siguientes categorías o
inteligencias:
·
Inteligencia
lingüística
o capacidad de emplear de manera eficaz las palabras, manipulando la estructura
o sintaxis del lenguaje, la fonética, la semántica, y sus dimensiones
prácticas. Los estados finales de esta inteligencia se observan en desarrollos
profesionales como profesor, poeta, dramaturgo, escritor, editor, periodista,
orador, político, cuenta cuentos, etc.
·
Inteligencia
lógico-matemática
o capacidad de manejar números, relaciones y patrones lógicos de manera eficaz,
así como otras funciones y abstracciones. Los estados finales de esta
inteligencia pueden observarse en matemáticos, contables, estadísticos,
científicos, informáticos, economistas, ingenieros, arquitectos, banqueros,
etc.
·
Inteligencia
espacial
o habilidad de apreciar con certeza la imagen visual y espacial, de
representarse gráficamente las ideas, y de sensibilizar el color, la línea, la
forma, la figura, el espacio y sus relaciones.
·
Inteligencia
cinético-corporal
o habilidad para usar el propio cuerpo para expresar ideas y sentimientos, y
sus particularidades de coordinación, equilibrio, destreza, fuerza,
flexibilidad y velocidad. En el caso de la mímica o la danza, para competir en
juegos y deportes o para diseñar un invento es necesaria la inteligencia
cinético-corporal. Como ejemplo de estados finales podemos tomar a actores,
mimos, bailarines, deportistas, artesanos, escultores, cirujanos, mecánicos,
payasos, etc.
·
Inteligencia
musical
o capacidad para percibir, distinguir, transformar y expresar el ritmo, timbre
y tono de los sonidos musicales. Observando diferentes culturas a lo largo de
la historia puede considerarse que la música constituye una facultad universal
que está latente en la primera infancia y que se desarrolla proporcionando un
sistema simbólico. Los estados finales de esta inteligencia se observan en
compositores, intérpretes, directores de orquesta, arreglistas,
instrumentistas, coreógrafos, etc.
·
Inteligencia
interpersonal,
o posibilidad de distinguir y percibir los estados emocionales y signos
interpersonales de los demás, y responder de manera efectiva a dichas acciones
de forma práctica.
Entre las
profesiones que requieren una inteligencia interpersonal alta podemos destacar
al psicólogo, el locutor y el presentador de radio y televisión, el responsable
de recursos humanos, el animador de ocio y tiempo libre, el comercial, el
recepcionista, las relaciones públicas, etc.
·
Inteligencia intrapersonal, o la habilidad
para conocer los aspectos internos de uno mismo: estar en contacto con la vida
emocional propia, discriminar entre las distintas emociones y recurrir a ellas
para reconocer y orientar la propia conducta, disponer de una imagen de sí
mismo ajustada y una gama de valores positivos para su grupo social.
El proceso
educativo debe tener en cuenta que las inteligencias siguen una trayectoria
evolutiva natural como se comentó con anterioridad, pasando por una serie de
fases en las diferentes etapas del desarrollo:
1.
HABILIDAD
MODELADORA EN BRUTO, o inteligencia en "bruto", predomina durante el
primer año de vida. En este período existe, por ejemplo, la habilidad para
apreciar las diferentes tonalidades en la inteligencia musical, la asociación
entre mirar un objeto y agarrarlo en la inteligencia cinético-corporal o
distinguir una construcción tridimensional en la inteligencia espacial. La
aparición de estas habilidades es universal y en aquellos niños o niñas que
pueden ser una "promesa" en alguna de las inteligencias ya se
aprecian habilidades superiores.
2.
SISTEMAS
SIMBOLICOS. En esta etapa los niños y niñas muestran sus habilidades en las
diferentes inteligencias aprendiendo los diversos sistemas simbólicos. En el
caso del lenguaje la utilización de frases, en la música el aprendizaje de
canciones, en la espacial los dibujos, etc.
3.
SISTEMA
NOTACIONAL. Podemos definirlo como sistema simbólico de segundo orden. En
general, los sistemas notacionales de las diversas inteligencias llegan a
dominarse en el contexto educativo formal. Los niños y niñas van avanzando en
su desarrollo y, progresivamente, van representando cada inteligencia junto a
su sistema simbólico mediante un sistema notacional. En el caso de la
inteligencia musical, tras el aprendizaje de melodías y canciones, llegan a la
utilización de la notación musical. En las inteligencias lingüísticas, la
utilización de palabras y frases lleva después al aprendizaje de un idioma,
etc.
4.
VOCACIONAL. A partir de la adolescencia las
inteligencias se expresan primero a través de los estudios elegidos y,
posteriormente, por su desarrollo en el mundo laboral en la edad adulta.
Referencias:
·
https://www.masterd.es/blog/la-teoria-de-las-inteligencias-multiples-en-la-ensenanza/
Comentarios
Publicar un comentario